viernes, 29 de enero de 2010

Por la sensibilidad insalubre de lo cotidiano
me repliego a la mínima consistencia del absurdo.

El hijo muere pensando
en su estúpida razón de ser.

De la imper, a la perfecta
condición cromosomática
de genes que suman dos.

Camina, vuelca y patina
el homo que sapiens
que no es plenamente
un yo.

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